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Tareferos: la historia detrás de la yerba mate

Fotos de Adrián Pérez
Texto de María Laura Brito

Para la mayoría de las personas en el mundo, el mate resulta algo desconocido e intrigante, sobre todo cuando visitan tierra argentina o se topan con algún ciudadano de camiseta albiceleste que lleva consigo un termo, bebiendo de un recipiente relleno de “algo parecido a pasto”. Es difícil explicar a qué sabe el mate, en especial si se considera que para prepararlo algunos le agregan canela, otros café, unos cuantos más lo mezclan con hojas secas y té. Probablemente los argentinos dirían que el mate sabe a mate y punto final del debate. Pero seguramente ninguno afirmaría que el mate, en el fondo, tiene gusto a sudor, injusticia y dolor.

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Plantas de yerba mate (ilex paraguariensis) en uno de los yerbatales de Comandante Andresito, provincia de Misiones.

En las provincias de Misiones y Corrientes, ambas en el noreste argentino y una de las regiones más pobres del país, se cosecha un 60% de la producción mundial de yerba mate. Junto a la soja y la ganadería, representa una de las más remunerables producciones agropecuarias, a nivel nacional, con un enorme consumo interno y buenos niveles de exportación.

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Un "tarefero" trabaja en el cultivo de yerba mate en uno de los campos de Misiones. El nombre tarefero proviene de la palabra portuguesa "tarefa" que hace referencia a la cantidad de trabajo realizado en un día.
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Un capataz es el encargado de pesar el atado o raido de yerba. Estos atados pesan entre 75 a 100 kilos. Es únicamente el capataz quien controla diariamente el total de kilos cosechados por cada "tarefero" en una extenuante jornada de trabajo.

Alejados de los principales beneficios de la producción a gran escala se encuentran los “tareferos”, hombres, mujeres y niños que en las condiciones más precarias cosechan la preciada hoja, el primer eslabón de la cadena de producción de este sello argentino.

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Temprano en la mañana, un tarefero se dirige junto a sus hijos a uno de los campos de yerba en Andresito.

El término “tareferos” viene de la palabra “tarea” en portugués (“tarefa”). Su labor se reduce a pasar de 10 horas bajo el sol, cortando a mano cientos de kilos de hojas que luego ponen en el “raido” (bolsa de arpillera plástica), que suele pesar entre 75 y 100 kilos. Esta es cargada sobre la espalda y sacada fuera del surco para su pesaje a cargo de un capataz, quien determinará la paga diaria de cada trabajador.

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Un camión cargado con atados de yerba transita por una de las rutas de Andresito, en Misiones.
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Al atardecer, los tareferos siguen trabajando cargando los camiones que llevarán los fardos de yerba a los secaderos.
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El hijo de un camionero espera mientras cargan la yerba. El trabajo infantil es muy común en la cosecha de yerba mate.
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Un trabajador de la cosecha de yerba mate, toma un breve descanso para fumar un cigarrillo.

Hace apenas veinte años los tareferos formaban parte de la población rural de estas provincias, pero en la década de los noventa hubo una crisis tras la desregularización de la actividad. Esto conllevó a una sobreproducción y posterior caída de los precios, profundizando el proceso de concentración del sector industrial y comercial. A pesar de intentos por parte del gabinete de Misiones para intervenir la economía yerbatera, en plena crisis económica argentina y diez años después de la desregularización, los resultados a mediano plazo fueron inconsistentes. Con la crisis, los tareferos y sus familias se desplazaron a villas miseria en el interior de la provincia, convirtiéndose en un sector discriminado.

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Un camión lleno de yerba mate está listo para ser descargado dentro de la cooperativa Andresito. Al igual que la carga de los camiones, la descarga de la yerba se realiza de forma manual.

Recién en el 2009 se hizo el primer relevamiento provincial de los tareferos en Misiones. Los datos arrojados no hacen más que resaltar las precarias condiciones en la que viven.

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La madera es el principal combustible para los secaderas de malezas. Algunas carpinterías de la zona trabajan con la madera provenientes de los campos de yerbas.
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Muchos campos de yerba tienen distintas especies de árboles para usarla como leña y también para la carpintería local.

La jornada de trabajo comienza entre las cuatro y las seis de la mañana cuando un camión los recoge de un campamento a la orilla de los yerbales. Al llegar, la plantación está mojada por el rocío y la helada, lo que facilita la recolección de la hoja de yerba mate. Lo único de lo que se valen es de una tijera o serrucho para cortar las ramas más pequeñas. A fines de 2012, por la cosecha de unos 500 kilos diarios, sólo posible para los hombres más fuertes, se pagaba de 150 a 200 dólares de salario mensual.

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Un trabajador de los secaderos de yerba, descansa luego de una extensa mañana de trabajo.

Del precio de cada kilo de yerba, se estima que el 25 por ciento se reparte entre el Estado (a través de impuestos), el productor, el contratista y el tarefero y el 75 por ciento restante queda para los molinos, grandes empresas y comercializadoras que concentran la distribución final del producto.

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Un tarefero que duerme con su familia en los campos de yerba, prepara el mate para desayunar antes de iniciar una jornada laboral, en Comandante Andresito, provincia de Misiones.

Según la gremial campesina UATRE, las irregularidades en la cosecha de yerba mate en Argentina (2005), involucran a unas 25.000 personas, de las cuales el 49% se encuentran fuera del mercado laboral legal. Es por ello que el trabajo de mil tareferos se ve afectado por problemas como el trabajo esclavo, la falta de acceso a los servicios básicos, la vivienda precaria y el trabajo infantil.

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Para cargar los últimos bultos de yerba a los camiones, los recolectores se ayudan de varas para empujar hacia arriba los "raidos" de yerba.
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Al caer la noche los camiones empiezan a llegar a los secaderos de yerba. La yerba se esparce a granel en grandes galpones techados y luego mediante palas mecánicas se carga en una cinta que lleva la yerba a los hornos de secado.
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Camiones y camionetas llegan durante toda la tarde a los secaderos de yerba.
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Una vez finalizado el secado, se traslada a un depósito donde la yerba termina el proceso de secado.
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Un trabajador de la cooperativa Andresito carga paquetes vacíos que luego la máquina acomoda y llena con la yerba lista para consumir.
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Durante la noche los trabajadores continúan descargando la cosecha diaria de yerba en grandes galpones sin paredes. La altura de las hojas de la yerba puede superar los tres metros de altura.

En febrero de 2017, tareferos de Andresito y Oberá protestaron durante varios días bloqueando avenidas y rutas provinciales en Misiones, reclamando su derecho a recibir un salario digno.

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El municipio de Comandante Andresito, en Misiones, es el mayor productor de yerba mate de la provincia y el primero a nivel Nacional. La producción de yerba mate está fuertemente ligada a la explotación laboral, al trabajo negro y al trabajo infantil.