Las calles de Lantz se llenaron de fiesta y coloridos atuendos en la celebración del carnaval. Miel Otxin volvió a salir de la posada de Lantz, donde ha estado recluido desde 2020, seguido de los txatxos que se abrían paso a escobazos.
Ziripot recorrió las calles con su oronda figura protagonizando sus sonadas caídas para delicia de los mas pequeños. La comparsa terminó su recorrido en la plaza del pueblo, donde todos bailaron el tradicional Zortziko de Lantz.
El Carnaval de Lanz es una de las fiestas más importantes que se celebran en Lanz y el más multitudinario de Navarra.
Se trata de una fiesta de carácter tradicional que tiene lugar en los días que preceden al miércoles de Ceniza.Cuando cae la noche las calles de la villa se inundan con los vecinos representando a distintos personajes y escenificando la captura de Miel Otxin, un malvado bandido.
Después de una sobremesa de jubilosos cantos, los mamuxarros de Unanua comenzaron a vestirse con sus máscaras metálicas katola, cascabeles y esquilas (pampazillak), y sus temibles varas de avellano (makilas), de más de dos metros y medio de largo, con las que amenazan y pegan a quienes encuentran a su paso. Con la ayuda de muttus o muttuak, estrafalarios personajes, vestidos con colores vivos y en ocasiones con ropa de mujer, pero sin cascabeles, para no ser oídos ni delatados. Todo ellos protagonizaron divertidas carreras por las calles de este tranquilo pueblo.
Y como marca la tradición, con la puesta de sol comenzó el ritual de la sangre en Alsasua. Los momotxorros, ataviados con sus cuernos, pieles de oveja y cencerros, tiñeron de rojo sus cuerpos de sangre una vez más al sonido del adarra (trompeta medieval). Un instrumento que, a partir de las 19.30 horas, también marcó los bailes por las calles del pueblo, para terminar con el akelarre de danzas alrededor de una hoguera en la conocida Plaza de los Fueros.