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Los juicios a los militares de la dictadura del 76 en Argentina
Fotografías de Atilio Orellana

“Señora, las Fuerzas Armadas han decidido tomar el control político del país y usted queda arrestada.”

Era la una de la madrugada del 24 de marzo de 1976 cuando el brigadier José Rogelio Villarreal pronunció esas palabras frente a la entonces presidenta Isabel Martínez de Perón. En ese instante, Argentina ingresaba en la noche más larga de su historia: la dictadura militar.
Durante siete años, el autodenominado “Proceso de Reorganización Nacional” impuso el silencio como política de Estado. Secuestros, torturas, asesinatos y desapariciones marcaron el pulso de un país sometido por el miedo. Pasarían décadas hasta que la Justicia pudiera pronunciar su veredicto.

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Carteles con los rostros de personas desaparecidas, esperan la sentencia a los genocidas que son juzgados por violaciones a los derechos humanos cometidos en la ex Jefatura de Policía de Tucumán, durante la última dictadura militar en Argentina.

La antesala fue una nación convulsionada. La Argentina de los sesenta y setenta oscilaba entre crisis económicas, conflictos sociales y una creciente polarización política. En plena Guerra Fría, Estados Unidos extendía la Doctrina de Seguridad Nacional para contener cualquier brote de comunismo en América Latina. Bajo ese paraguas, los militares argentinos justificaron el golpe de Estado en nombre del orden, la seguridad y la modernización económica.

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Una mujer observa las fotografías de personas desaparecidas, fuera del Tribunal Federal de Tucumán, el 12 de febrero de 2015.

La antesala fue una nación convulsionada. La Argentina de los sesenta y setenta oscilaba entre crisis económicas, conflictos sociales y una creciente polarización política. En plena Guerra Fría, Estados Unidos extendía la Doctrina de Seguridad Nacional para contener cualquier brote de comunismo en América Latina. Bajo ese paraguas, los militares argentinos justificaron el golpe de Estado en nombre del orden, la seguridad y la modernización económica.

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Antonio Domingo Bussi hace uso de la palabra, durante el juicio por violaciones a los derechos humanos en el cual es juzgado junto a otros seís imputados.
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La sala del Tribunal Oral en lo Criminal Federal de la provincia, donde se llevan a cabo los juicios por violaciones a los derechos humanos cometidos durante la última dictadura militar.
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Familiares de desaparecidos momentos previos a la marcha 39º aniversario del golpe de estado del 76 en Argentina, el 24 de marzo de 2015.
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Familiares de desaparecidos y organismos de derechos humanos, colocaron carteles en la sala del Tribunoal Oral Federal, en repudio a la suspensión por diez días el juicio contra Luciano Benjamín Menéndez, Roberto “El Tuerto” Albornoz, Luis y Carlos De Cándido.

El 24 de marzo amaneció con 31 comunicados oficiales. Uno de ellos restablecía la pena de muerte. El enemigo no era solo el militante armado: era cualquiera que pensara distinto.

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Una abuela de Plaza de Mayo durante la marcha por el día de la Memoria conmemorando el 41 aniversario del golpe de estado del 76', en San Miguel de Tucumán, el 24 de Marzo de 2017. Se estima que más de treinta mil personas fueron ilegalmente detenidas, torturadas y desaparecidas.

Provincias, universidades y medios fueron intervenidos. Se prohibieron las reuniones, se censuraron libros, se modificaron los programas escolares. Espías infiltrados, listas negras, nombres borrados.
Treinta mil personas fueron secuestradas, torturadas y desaparecidas. Guerrilleros, sindicalistas, estudiantes, artistas, científicos, religiosos, homosexuales o simples lectores de un libro equivocado.

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El ex militar Luciano Benjamín Menéndez, se retira del Tribunal Federal tras finalizar la primera audiencia del por violaciones a los derechos humanos cometidos durante la última dictadura militar. En la causa "Romero Niklison", Menéndez es juzgado junto al ex comisario Roberto "El Tuerto" Albornoz, el 22 de Febrero de 2011.
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El ex militar Antonio Domingo Bussi, es retirado del Tribunal Oral Federal de Tucumán, al finalizar la jornada del juicio por delitos de lesa humanidad cometidos en la ex Jefatura de Policía, el 18 de febrero de 2010. Un mes después, Bussi sería apartado del juicio por problemas de salud.
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Roberto "Tuerto" Albornoz, es juzgado por violaciones a los derechos humanos cometidos durante la última dictadura militar. En la causa "Romero Niklison", Albornoz es juzgado junto a Luciano Benjamín Menéndez. El 22 de febrero de 2011.
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Juan Carlos Benedicto (centro), aguarda el inicio del juicio por violaciones a los derechos humanos cometidos en la última dictadura militar "Jefatura II - Arsenales". En el juicio también es juzgado el cura José Eloy Mijalchyk, junto a otros 40 ex policías y militares, el 14 de noviembre de 2012.

Tras la derrota en la Guerra de Malvinas y la creciente presión internacional, la Junta Militar cayó. En 1983, Raúl Alfonsín asumió la presidencia de un país exhausto, pero decidido a juzgar a sus verdugos. Cinco días después de asumir, ordenó el enjuiciamiento de las juntas y creó la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (CONADEP). Su informe, Nunca Más, documentó más de 15.000 casos confirmados de desaparición. Los organismos de derechos humanos elevarían luego la cifra a 30.000.

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Segunda jornada del juicio por violaciones a los derechos humanos, cometidos en la ex Jefatura de Policía de la provincia. El 17 de febrero de 2010.
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Vallas tiradas en la calle luego que se dictara sentencia a 41 imputados en el juicio Jefatura II - Arsenales II, el cual tuvo 13 meses de audiencias, en las que declararon más de 400 testigos. El 13 de diciembre de 2013.

La CONADEP fue clave en los juicios por delitos de lesa humanidad y en el reconocimiento internacional de la desaparición forzada como crimen de Estado. Pero la democracia aún era frágil. En 1987, los levantamientos militares forzaron la sanción de las leyes de Punto Final y Obediencia Debida. Más tarde, los indultos de Menem sellaron, por un tiempo, el retorno de la impunidad.

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Un joven se enfrenta a efectivos de gendarmería luego de los incidentes durante la sentencia a los 41 acusados por violaciones a los derechos humanos cometidos durante la última dictadura militar. Los jueces del Tribunal Oral Federal condenaron a 37 imputados por estos delitos y absolvieron a 4 de ellos.
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Un stencil del pañuelo blanco, símbolo de las madres de plaza de mayo, momentos previos a la marcha del 42º aniversario del golpe de estado del 76 en Argentina.
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Una bandera Argentina, en las afueras del Tribunal Federal contiene los nombres de personas desaparecidas en Tucumán durante la dictadura militar.

Hubo que esperar hasta 2005 para que la Corte Suprema, impulsada por el gobierno de Néstor Kirchner, declarara inconstitucionales aquellas leyes. Los juicios se reabrieron. La Justicia volvió a hablar. Madres, Abuelas e H.I.J.O.S. siguieron marchando con la misma consigna: memoria, verdad y justicia. Desde entonces, se han concluido más de 130 juicios en todo el país.

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Luciano Benjamín Menéndez, el ex militar con más condenas a prisión perpetua por crímenes de lesa humanidad y violación a los derechos humanos durante la última dictadura militar en Argentina.

En Tucumán, los procesos comenzaron en 2008 con la causa “Vargas Aignasse”. Ricardo Bussi, Benjamín Menéndez y otros represores fueron juzgados por la desaparición del senador Guillermo Vargas Aignasse, secuestrado en 1976. En 2011, sus restos fueron hallados en el Pozo de Vargas, una fosa común junto a las vías del tren. Ocho años de excavaciones forenses permitieron devolverle un nombre a los huesos del silencio.

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Familiares de desaparecidos se retiran del Tribunal Oral Federal tras la condena a prisión perpetua domiciliaria a los ex militares Antonio Domingo Bussi y Luciano Benjamín Menéndez, ambos juzgados por la desaparición del ex Senador provincial Guillermo Vargas Aignasse (35) en Marzo de 1976.
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María Rosa Hourbeigt de Archetti, llora tras ingresar por primera vez al Pozo de Vargas, el 25 de octubre de 2012. El mismo es un pozo de agua que se utilizó como un sitio de inhumación clandestina durante la dictadura militar, y donde se presume se encuentran los restos de su marido, Armando Archetti, secuestrado el 24 de enero de 1977 en la provincia de Santiago del Estero y luego trasladado a Tucumán. En junio de 2017, se identificaron los restos de 19 personas desaparecidas en el Pozo de Vargas, entre ellos estaba Armando Archetti.
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Familiares de desaparecidos, se abrazan tras oir la sentencia de condena a Luciano Benjamín Menéndez y Roberto “Tuerto” Albornoz, a prisión perpetua e inabilitación perpetua domiciliaria, por el asesinato de cinco personas en el barrio Echeverría, en 1976.
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Familiares de desaparecidos reaccionan al escuchar la sentencia a Luciano Benjamían Menéndez, Roberto "tuerto" Albornoz, y los hermanos Luis y Carlos De Candido, por violaciones a los derechos humanos cometidos en la ex jefatura de policía. El 8 de Julio de 2010.

Hoy, los tribunales de Tucumán buscan justicia por 961 víctimas. Entre las pruebas más estremecedoras se encuentra una lista confeccionada por los propios represores durante sesiones de tortura en la Jefatura de Policía provincial: 293 nombres. Al lado de 195 de ellos, una abreviatura: “DF”. “Disposición Final”. El eufemismo burocrático del exterminio.

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Luciano Benjamín Menéndez es retirado del Tribunal Oral Federal, tras ser condenado a prisión perpetua domiciliaria, por la desaparición del ex Senador provincial Guillermo Vargas Aignasse (35), el 28 de agosto de 2008, en el primer juicio por delitos de lesa humanidad de Tucumán.

A casi medio siglo del golpe, la memoria continúa siendo una tarea urgente.
 En gran parte de Sudamérica, las leyes de amnistía todavía protegen a los responsables: Brasil, Uruguay, Paraguay, Bolivia, Perú. Chile avanza lentamente. 
Argentina, sola, ha hecho de la justicia su manera de recordar.

Treinta mil.
 Una cifra que ya no es un número, sino un país que aprendió a mirar su propia sombra.

Atilio Orellana

Es fotógrafo y artista visual, fundador de Agencia Zur. Desde 2005 desarrolla una práctica centrada en el registro documental de la vida social y política contemporánea. Su trabajo explora la memoria, los derechos humanos, las identidades disidentes y los territorios cotidianos, con especial interés en el retrato como espacio de encuentro.